Cada vez más emprendedores griegos buscan la ayuda de amigos, familiares e inversores, no para conseguir financiación, sino para pagar las facturas más inmediatas. Son los efectos del ‘corralito’.
El primer golpe a Alexandros Nikolaidis se produjo cuando un servicio de datos en San Francisco cerró su cuenta por impago. Recibió un correo electrónico que daba de plazo al emprendedor de música online una semana para saldar sus deudas. Nikolaidis tuvo que suplicar a otra compañía estadounidense que aloja a sus servidores para mantener su empresa abierta mientras que su cuenta bancaria estuviera congelada.
«Es como si nuestras extremidades se cayeran a pedazos», afirma Nikolaidis, que renunció a un trabajo en PricewaterhouseCoopers hace dos años para lanzar Tapely, una compañía de música en la que se llegaron a invertir 500.000 euros durante el año pasado. Ahora está cerrada.
«Estábamos tratando de centrarnos en un nuevo producto, pero los últimos acontecimientos en Grecia nos han llevado a no seguir adelante en este mercado», dice Nikolaidis.
A pesar de que los líderes europeos acordaron nuevos préstamos de rescate a Grecia a cambio de políticas de austeridad, los desafíos persisten para muchas empresas que han florecido en los últimos años, y que habían recibido el apoyo de inversores extranjeros.
Hasta 300 nuevas ‘start up’ se crearon el año pasado en Grecia, pero ahora sus cuentas están congeladas
El cierre de los bancos, que entra en su tercera semana, impide realizar transferencias al extranjero, por el frágil vínculo de las empresas tecnológicas, que a diferencia de algunas empresas de distribución dependen una red global de servicios electrónicos que generalmente requiere de pagos con tarjeta de crédito semanales o mensuales.
«La mayoría de las compañías funcionan con modelos de trabajo previos a la crisis, intentando proteger las operaciones y el capital circulante» asegura Haris Makryniotis, director gerente de Endeavor Grecia. «Es fundamental seguir operando incluso con pérdidas para poder aguantar el tirón».
Desde 2010, el número de nuevas empresas en Grecia se ha duplicado cada año, con cerca de 300 nuevas establecidas en 2014, según Endeavor. El sector es aún pequeño, y muchas firmas se han trasladado a Estados Unidos y Reino Unido, anticipándose a los problemas financieros de Grecia. Aún así, las compañías tecnológicas han sido una excepción y han sabido capear el temporal a pesar de la contracción económica.
Qrator, una plataforma de redes sociales para profesionales creativos, artistas, escritores y similares, tiene una oficina administrativa en Londres. «Las operaciones y el desarrollo están establecidas en Atenas y Chania, donde trabaja una gran numero de ingenieros informáticos», sostiene su fundador, Nikolas Ioannides. En diciembre, Qrator captó 830.000 dólares de inversores de Estados Unidos y otros países, y contrató a once empleados en Grecia. En mayo se inició un despliegue en Atenas con el fin de expandir la empresa de manera global. Pero debido a las restricciones, no pudo pagar las facturas la semana pasada para mantener los servidores en funcionamiento, colocar anuncios electrónicos o medir el tráfico de usuarios. «Uno a uno, tuvimos que llamar a los clientes y pedir una prórroga, intentando averiguar otras maneras de pagar la deuda», sostiene Ioannides.
Un cliente griego llamó a Estados Unidos pidiendo un préstamo al empleado que le contestó
A Qrator le fue concedido un período de gracia de un mes para seguir funcionando. Antes de la semana pasada, Linode -una empresa de servicios online en la nube- no conocía ninguna start up griega, según Stephen C. Clemens, vicepresidente de apoyo de la empresa. «Pero de repente, tuvimos decenas de llamadas procedentes de compañías griegas que solicitaban modelos alternativos de pago para sus facturas», asegura Clemens. Un cliente heleno llegó a telefonear al equipo de atención al cliente de Linode pidiéndole un préstamo durante un mes para mantener su empresa, con la promesa de devolvérselo. El trabajador no aceptó, a pesar de la desesperación de su interlocutor. Otro cliente comenzó un proceso de verificación de una tarjeta de crédito usando una de un amigo que vivía fuera de Grecia.
El embajador holandés en Grecia, Jan Versteeg, en 2013 creó el Orange Grove, una incubadora de empresas en el primer piso de la Embajada de Holanda en Atenas. Patrocinado por empresas de su país, Orange Grove ofrece un espacio de trabajo y asesoramiento a más de 50 nuevas empresas griegas. Versteeg afirma que se trata de un «antídoto contra la crisis. Desde que se introdujeron los controles de capital, la gente se ha vuelto más pesimista. esperemos que sea algo pasajero».
Anticipándose a las quitas, los empresarios empezaron a sacar dinero de sus cuentas. Qrator pagó 80.000 dólares a sus empleados, el erquivalente a cuatro meses de salarios, más impuestos, para reducir su balance y mantenerse a flote.
Enlace: http://www.expansion.com/emprendedores-empleo/emprendedores/2015/07/17/55a92af222601de0398b45a1.html
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