Si cada año por estas fechas estás harto de que tus objetivos profesionales sean los mismos, quizás debas identificar aquellos que puedes alcanzar y plantearte un cambio de actitud para lograrlos definitivamente.
Quiero cambiar de empleo, trabajar en otro departamento, que me suban el sueldo… este año voy a emprender. ¿Qué o quién te lo impide? Conquistar esos deseos es una de las aspiraciones de muchos profesionales. Sin embargo, el entusiasmo por acometerlos queda difuminado por la rutina diaria, de manera que se repiten año tras año como un mantra. A menudo el mejor camino para conseguirlos de una vez por todas es marcarse una hoja de ruta, teniendo en cuenta que es más relevante el cómo que el qué. Pilar Jericó, presidenta de Be-Up, puntualiza que «los objetivos no suelen estar relacionados con habilidades personales, sino con la consecución de temas que nos preocupan y que hemos estado pensando durante el verano».
Pasión
Silvia Leal, profesora en el Máster de Dirección de Empresas Digitales de LID Learning, asegura que los retos se logran «cambiando el comportamiento y la actitud, poniendo lo mejor de nosotros mismos. La pasión determina el 35% del éxito profesional».
Para ello es necesario tomar conciencia de uno mismo, «de cómo eres y de cómo te ven los demás y, sobre todo, tener la valentía suficiente para interiorizarlo». También recomienda no plantearlo como un objetivo anual, «sino como una tarea diaria. Si se afronta todo de igual manera, el cambio no llegará nunca y estamos abocados a que siempre suceda lo mismo». Por esta razón, a veces conviene fraccionar los desafíos en distintas fases. Pedro Palao, coach de Tisoc Coaching, señala que «si sólo pensamos en el destino sin tener en cuenta las etapas del camino que conducen a él, podemos perder la objetividad. Fraccionar es decidir qué haremos al llegar a la primera micrometa, a la segunda, y así sucesivamente».
Credibilidad
Tener los pies en la tierra es el primer paso para tener éxito. Andrés Fontela, director general de Fontevalue, explica que «los objetivos profesionales han de estar bien definidos para poder determinar de qué manera conseguirlos. La apuesta por la formación, por ejemplo el aprendizaje de idiomas, cualifica para abordar nuevas áreas o profundizar en las existentes». Identificar de forma clara y contundente esos desafíos es fundamental y, casi siempre, viene condicionado por tu categoría profesional. Fontela afirma que «un directivo en el cénit de su carrera debe ser consciente de los cartuchos que le quedan y ser selectivo en el tiro. La seniority proporciona un sello de credibilidad que puede legitimar decisiones arriesgadas, aunque también puede ser preso de ella y tener un efecto paralizante».
Un actitud diferente a la del joven ejecutivo que, según Fontela, «puede experimentar para constatar cuál es el entorno o la actividad en la que puede aportar más valor. Sus errores suscitan más indulgencia, sin embargo, conviene que no descuide la consolidación en su posición y frenar su avance natural». Jericó apuesta por cierta flexibilidad: «Hay que revisar la lista de objetivos pasado un tiempo. De ese modo se es más realista».
La frustración
Aunque es importante que acometas la consecución de objetivos como una prioridad, conviene que no descuides tu trabajo diario. Si te lo tomas demasiado en serio y no lo logras en el tiempo que esperabas puede generar frustración. «Gestionarla adecuadamente es la clave para no caer en el desánimo. Hay que procurar extraer lo bueno de cada acción y resultado y convertirlo en algo positivo. A veces plantearse un cambio de empleo es la mejor opción», apunta Leal.
En opinión de Fontela, lo más aconsejable es «monitorizar cada acción y así evitar la frustración de no ver consumados los objetivos». Jericó es partidaria de no ser excesivamente perfeccionista: «Cuando se adquieren este tipo de actitudes, se viven los objetivos como el todo o nada, no hay zonas grises, y eso genera una gran frustración». Palao concluye que «si solo nos reprochamos haber fallado cuando no conseguimos algo, estamos condicionándonos en negativo».
La estrategia
Planifica. Cualquier objetivo debe fraccionarse en tareas abordables, no excesivamente ambiciosas, para no bloquearte.
Visualiza. Imaginar el futuro que deseas te ayudará a mantener la energía y el foco en tus retos. Puedes elaborar un póster con fotos, imágenes y frases que te inspiren.
Elabora una guía. Recoge cada uno de los pasos que vas a dar en tu proyecto. Pasa las acciones a un calendario que puedas consultar en el lugar en el que habitualmente realizas tus tareas. Es muy importante que esté a la vista para que no lo olvides.
Decir ‘no’. Nuestro tiempo y energía son limitados, por lo que, para alcanzar los nuevos objetivos, tendrás que eliminar otras conductas o actividades que te ocupaban hasta ahora. Para ello es esencial aprender a decir ‘no’.
Repite. En muchos casos necesitarás desarrollar nuevos hábitos e instaurarlos en tu día a día. Ello requiere voluntad, repetición y tiempo.
Actúa con eficiencia. La clave está en mantener un sistema que te permita cumplir de forma consistente las tres pautas que señala David Allen, autor de Getting things done: «Tomar decisiones sobre lo que queremos conseguir y las acciones que queremos llevar a cabo, anotarlas y consultar los recordatorios cuando estemos en disposición de hacer algo».
Fuentes:
María Calvo del Brío, profesora-coach de EOI
http://www.expansion.com/2014/09/05/emprendedores-empleo/desarrollo-de-carrera/1409930695.html
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