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Los últimos datos del ‘Informe Pisa sobre adultos’ dejan claro que la base académica de nuestro país no se corresponde con un mercado laboral hipercompetitivo que exige capacidades diferentes. El déficit en matemáticas y comprensión lectora muestra el duro y largo camino que nos espera para iniciar una revolución del talento que impulse definitivamente la economía de la productividad.
Los adultos españoles son los que peores notas sacan de la OCDE en matemáticas y comprensión lectora. Esto supone un desdoro nacional, porque medio mundo ya sabe que, en general, nos perdemos en un texto de cierta profundidad y riqueza, como El Quijote, o no entendemos el gráfico del recibo de la luz, ni sabemos comparar precios de hoteles o encadenar cálculos aritméticos de forma correcta para hallar el precio final de la compra… Al menos eso es lo que dice de nosotros el Informe Pisa de adultos que tiene un nombre largo que quizá resulte difícil de retener: Resultados del Programa para la Evaluación Internacional de las Competencias de los Adultos (PIAAC).
Sin embargo, hay algo peor que quedar en una posición vergonzante en una clasificación internacional: este fracaso puede asociarse con el déficit de personas que están dispuestas a estudiar carreras técnicas en nuestro país. Así resultará complicado superar la gran brecha –que va creciendo– entre lo que sale de la escuela y la universidad y lo que reclama un mercado laboral hipercompetitivo, que exige nuevas competencias y habilidades profesionales.
María José Martín, directora de atracción y gestión del talento de ManpowerGroup, asegura que “la base es el sistema educativo, que prepara a una sociedad para el punto en el que querrá estar dentro de20 años. El déficit en materias fundamentales como las matemáticas o la comprensión lectora dificulta la construcción de valores, habilidades soft y competencias transversales, demandadas hoy por las empresas; y perjudica la generación de perfiles con un conocimiento técnico fundamental”. Beatriz Zafra, directora de formación del Consejo Superior de Cámaras de Comercio, también cree que el conocimiento de esas habilidades básicas impulsa la empleabilidad y va muy ligado a la productividad.
Martín señala que es importante “plantearnos qué queremos ser como país; pensar cómo vamos a modificar el sistema empresarial, el educativo y cómo aproximaremos la formación a la realidad de las empresas. Es necesario que planteemos la necesidad de una generación futura preparada para la incertidumbre, capaz de transmitir sus pensamientos, que pueda resolver problemas cada vez más complejos y que sea capaz de actuar en un ámbito global muy diferente”.
Josep Ollonarte, director de Randstad Professionals, coincide en que “hay una brecha evidente entre el mercado y las cualificaciones. Para empezar, existe una gran diferencia entre la vida real y la universitaria. El mercado demanda algo totalmente distinto a la adaptación de la que es capaz el mundo académico, que se transforma muy lentamente. O éste se reinventa o dejaremos de ser competitivos”.
Ollonarte lamenta además que el sistema económico lleve a que las compañías inviertan menos en innovación y se dediquen más a los beneficios a corto plazo: “Esto es lo que se conoce como ‘pan para hoy y hambre para mañana’. Provoca que nos acerquemos más al modelo de un país de servicios que al de uno productivo, eficiente e industrial”. Añade que “en España faltarán en 2020 cerca de dos millones de profesionales altamente cualificados”.
Facilismo La baja cualificación en materias fundamentales como las que mide el PIAAC acrecienta la imagen de dificultad que tienen determinadas carreras, con altos niveles de exigencia y que no resultan atractivas para quienes buscan el resultado fácil y a corto plazo. Sin olvidar la desconexión con los conceptos de análisis y razonamiento, que llevan a que un gran número de escolares presenten limitaciones de partida para acceder a estas carreras técnicas.
El problema de la escasez de este tipo de profesionales puede considerarse como una metáfora del nuevo modelo de crecimiento económico, que requiere una fórmula que se apoye menos en la construcción y el turismo y más en la innovación y la tecnología. La necesidad de profesionales relacionados con las carreras técnicas (ingenierías) tiene mucho que ver con una vuelta a la economía real y con la voluntad creciente de esquivar un modelo de crecimiento basado en servicios de poco valor añadido.
Santiago Soler, secretario general de Adecco, reconoce que “el nuevo informe PISA ha hecho saltar las alarmas, pero ahora con los adultos. Nos habla de que el sistema de formación que tenemos no vale para el futuro. España es un país de servicios, pero lo que verdaderamente genera empleo es el sector industrial, y debemos recuperar el modelo de industria y apostar por él. Eso exige adaptarse a otros conocimientos y habilidades”. Países como Japón o Alemania hicieron verdaderas apuestas por la formación al concluir la debacle de la II Guerra Mundial. Esto no es cuestión de dinero, sino de calidad y de poner el foco donde se debe: hay que formar allá donde va a haber empleo”.
Soler cita algunas iniciativas que pueden darnos pistas: “Por ejemplo, hay que poner en valor la formación profesional y el concepto de la formación dual, que es una garantía para acercar el mundo académico a la empresa real”.
No se puede olvidar que la estructura formativa de España tiene la forma de un diábolo, en el que se concentra una masa de personas formadas en la educación obligatoria y en la universidad, con un cuello de botella en el centro, que se refiere a la FP y a las asignaturas técnicas. Esta estructura hace que tengamos muchos licenciados que hacen trabajos administrativos o que son meros gestores. Soler concluye que “aproximar a los estudiantes al mundo verdadero de las empresas tiene grandes ventajas: entre otras, nos introduce en una dinámica que permite ver hacia dónde va el futuro laboral”.
Fuente: http://www.expansion.com/2013/10/25/emprendedores-empleo/mercado-laboral/1382721400.html
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